lunes, 28 de marzo de 2011

Olvida quien desea olvidar,
Recuerda aquel que siente haber vivido algo.
Atesora quien tuvo algo a lo cual brindarle su corazón.
Rememora aquellos tiempos donde las horas eran ilusión.

Olvidar, olvidan los cobardes.
Aceptar, aceptan los resignados.
Elijo guardarlo en carne viva, cerca de mi memoria, para mandarle un suspiro a mis recuerdos cuando voltee mi vista hacia ellos;
O para hacerlos a un lado cuando recuerda que se recuerdo es sólo un recuerdo, y por ende es parte del pasado.
Olvidar, no puedo olvidar.
Aceptar, no puedo aceptar.
Recordar. Es inevitable.

Pero al menos, al fin...¡Al fin! Dejé de llorar.
¿Estoy curada? Se podría decir, pero no era una enfermedad, era un disfrute egoísta y funesto, dueño de mi mediocridad e ira. Ahora tranquila como el agua de un pozo solitario, navega mi alma en soledad, pero a gusto. Tal y como fue todo antes. Como antes. Pero con fuerza, con ganas. Con una barca firme, de buena madera, de telas gastadas pero popa abierta.
La brisa se siente, el calor se siente. Se siente, y fortalece la madera de mi barca; de mi alma.

Sigo navegando en el mar de mi realidad. Sigo navegando. Elegí seguir. Navegando.

Adiós...

No hay comentarios:

Publicar un comentario